Miguel pensó que esperar a Luna tantos meses debería valer la pena y se decidió a aceptar el reto. El inviero se recrudecía pero los hombres vanidosos y ávaros no tenían ninguna intención de irse, ansiaban riquezas y poder, Miguel solo quería ver a la princesa sonreir, su bobalicón sentimiento era todo lo que tenía. El equinocio llegó y varias decenas de hombres ya habían regresado a sus guarídas de falso amor y avarícia, un puñado de valientes seguía allá tres meses despues, y por supuesto Miguel mirando cada noche la Luna del cielo, veía sonreir a su Luna.
El verano trasncurrió entre retos, peleas, y disputas absurdas entre los que quedaban mientras Miguel se mantenía al margen, si algo aprendió con su rebaño es que la unión hace la fuerza, y que en un gallinero sobraban gallos, asi que el le limitaba a mirar horas y horas a la torre con la esperanza de ver a Luna. El otoño entraba con sus ojos caducas y el suelo se tiño de colores rojizos, apenas quedavab ta una decena de hombres, unos poseidos por la codícia mas extrema y un pastor espigado y sin gracia. Al final del otoño ya bordeando el frío invierno una disputa entre los hombres dió con Miguel solo en la muralla, al verse en tal sitación pensó que era de tontos cantar victoria antes de tiempo, pues quedaban aun cinco semanas.
El frio diciembre llegó y Miguel que había perdido su escaso manto en estos doce meses de espera dulce y larga, cayó al suelo desmayado el dia de nochevieja. Horas antes fanfarrias y vitores al rey pues en palacio ya se sabía que Miguel sería su yerno, al salir a buscarle y hallar a Miguel muerto de hambre y frío encontraron esto tallado a sangre en la muralla:
- Oh Luna mía, doce meses te esperé pero mi tiempo acabó y debo confesarte que la quise con mi alma, con mi corazón y con mi escasa nobleza, y que de todas eres la mujer mas bella, y no llores pues si te quise en esta vida te cuidaré al lado de tu amada Luna despues de ella! Tu angel cegado Miguel.
El verano trasncurrió entre retos, peleas, y disputas absurdas entre los que quedaban mientras Miguel se mantenía al margen, si algo aprendió con su rebaño es que la unión hace la fuerza, y que en un gallinero sobraban gallos, asi que el le limitaba a mirar horas y horas a la torre con la esperanza de ver a Luna. El otoño entraba con sus ojos caducas y el suelo se tiño de colores rojizos, apenas quedavab ta una decena de hombres, unos poseidos por la codícia mas extrema y un pastor espigado y sin gracia. Al final del otoño ya bordeando el frío invierno una disputa entre los hombres dió con Miguel solo en la muralla, al verse en tal sitación pensó que era de tontos cantar victoria antes de tiempo, pues quedaban aun cinco semanas.
El frio diciembre llegó y Miguel que había perdido su escaso manto en estos doce meses de espera dulce y larga, cayó al suelo desmayado el dia de nochevieja. Horas antes fanfarrias y vitores al rey pues en palacio ya se sabía que Miguel sería su yerno, al salir a buscarle y hallar a Miguel muerto de hambre y frío encontraron esto tallado a sangre en la muralla:
- Oh Luna mía, doce meses te esperé pero mi tiempo acabó y debo confesarte que la quise con mi alma, con mi corazón y con mi escasa nobleza, y que de todas eres la mujer mas bella, y no llores pues si te quise en esta vida te cuidaré al lado de tu amada Luna despues de ella! Tu angel cegado Miguel.
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